martes, 27 de diciembre de 2011

Bien Aventurarse

Bienaventurados los soberbios, por que de ellos será el reino de la soledad.

Bienaventurados a los que la muerte les arrancó el corazón, por que no le volverán a temer.

Bienaventurados aquellos que han sufrido más de una decepción en el amor, por que después de cada una de ellas el camino se hace más claro.

Bienaventurados aquellos que quieren ver arder el mundo, porque se han cansado ya de los idiotas.

Bienaventurados los que conservan una esperanza, porque tienen algo a que aferrarse.

Bienaventurados aquellos que no esperan nada, por que nada los decepcionará.

Bienaventurados aquellos que han desconocido cualquier dogma religioso, por que no están atados al miedo de la culpa hipócrita.

Bienaventurados aquellos que lo han perdido todo, por que no temen comenzar de nuevo.

Bienaventurados los que han llorado por perder a sus seres queridos, por que en el tiempo sin tiempo podrán abrazarlos de nuevo.

Bienaventurados los que se regocijan con la sonrisa de su propia sangre, por que han descubierto el mayor de los tesoros.

Bienaventurados los que pueden pedir perdón a aquellos que han lastimado en el pasado, por que la culpa cuando mueran no los tocará ni les carcomerá la existencia.

Bienaventurados los que verdaderamente han amado, por que entienden el verdadero significado de la existencia humana.

Bienaventurados aquellos que no temen llorar, por que no tendrán enfermo el espíritu.

Bienaventurados los que no le temen a la vida, por que conocen la certeza de la muerte.

Bienaventurados los que viven intensamente el presente, por que no tienen puestas sus esperanzas en un futuro incierto

Bienaventurados aquellos que no han perdido la capacidad de soñar, por que pueden imaginar mundos en donde no los alcance el dolor de la realidad.






lunes, 26 de diciembre de 2011

Celebreishon Mood

Y llegamos a la época del año en que el consumismo se hace por demás presente en el corazón de las personas, en cualquier centro comercial podemos ver filas interminables con el único objetivo de gastarse su aguinaldo, en lo que sea, como sea. Si aún queda espacio en la tarjeta de crédito ¿por qué no? meter unos cuantos "meses sin intereses" Ya que en estas fechas no es más importante la unión familiar, el ejercicio de reflexión, el perdonar y hermanarnos etc. sino la competencia entre nosotros por ver quien tiene el smartphone más avanzado, la pantalla de LCD más reciente o aquel objeto que el monstruo mercadológico haya dicho que debamos tener a cualquier costo.




Pero no solo el consumismo aumenta su presencia entre nosotros, la hipocresía también está en primera fila para pasar lista durante más días que cualquier otro mes del año, el frío ayuda a congelar la sonrisa más falsa que pueda nuestro rostro hacer. No hay nada como el intercambio en la oficina, en donde tendremos que entrarle con una cuota de mínimo 200 pesitos para darle un regalo a alguien que técnicamente no conocemos,  y si decidimos no entrar a este bonito ejercicio de intercambio de objetos que muy posiblemente no usaremos se nos tacha de "grinch" "amargados" "anti-navideños" y un largo etc. La gente no entiende que no es que sea uno grinch, sino que técnicamente se odia  a media humanidad incluida la oficina completa por supuesto. Después viene la cena de fin de año del trabajo, y con ella la oportunidad de darle un caluroso abrazo a ese jefe al que le hemos mentado la madre a lo largo de todo el año, el abrazo por supuesto viene acompañado de los mejores deseos para el año venidero, entre los cuales se incluye el que muy pronto lo pongan de patitas en la calle (no especificamos para quien eran los buenos deseos ¿verdad?) le damos nuestra mejor sonrisa colgate y le decimos que redoblaremos esfuerzos por el bien de la compañía y bla bla bla.

Aquellos que están casados o tiene una pareja "estable" (lo único estable en este universo es la inestabilidad del mismo y de todo lo que lo conforma, incluidas nuestras existencias) tienen que acomodar sus horarios para las respectivas cenas del 24 y 31 con las distintas ramas familiares. Como si se trataran de cenas de estado tienen que preparar sus horarios con precisión matemática para no faltar a ningún compromiso, y cuidadito en no querer cenar con la familia de la bonita esposa o novia, porque literalmente puede armarse la de Dios padre (¿como y qué arma Dios padre?) Muchos deben de aplicar la política para visitas de estado cubanas, esto es "comes y te vas" para poder cumplir con todos los compromisos, y ni se diga de los intercambios ahora con los papás de la pareja, los de nuestra propia familia etc. lejos de disfrutar la celebración se vuelve un verdadero caos.

Y aquí es donde entra el tercer protagonista de las temporadas decembrinas, el estres, si señores y señoritas que leen este su bonito blog pastillesco. Ese bonito y amable cabrón que nos jode el carácter cada que puede, ya sea comprando los regalos del intercambio al que no queríamos entrar, o preparando los horarios para visitar los lugares a los cuales no queremos ir. Y no es solamente por que el tráfico no nos deje llegar a nuestro destino, o porque el pavo se nos esté pasando de cocción, sino porque tenemos tantas cosas en la cabeza que no sabemos a cual darle prioridad. Nos preocupamos por saber cuando recibiremos el aguinaldo y como administrarlo para poder sufragar la cena, los regalos, el gusto que hay que darle a la pareja, los regalos de reyes, el gusto que hay que darle a los papás, el gusto que nos queremos dar nosotros. Nos preocupamos por quedar bien con quien posiblemente no lo aprecie, olvidándonos de las personas más importantes, y a las cuales debemos de darles prioridad número uno: nosotros mismos.(bueno después de los hijos claro)

Cuando era un niño recuerdo que mi familia no podía pasarla en otro lugar que no fuese con mi abuela, todos nos reuníamos, aunque solo fuese esa noche para celebrar además de la Navidad, el hecho de que estuviésemos vivos y juntos, no había regalos por que el mejor regalo era brindarse uno mismo y dar  una noche de su vida a estar con los que se aman, cocinar para ellos, servir para ellos, se que suena trillado y telenovelesco, pero esa era mi realidad a los 8-10 años, luego entonces era una realidad trillada y telenovelesca que extraño.
Disfrutaba enormemente ver a mi abuela con una sonrisa en los labios al ver a todos sus hijos reunidos, bailar, cocinar, cantar y tomarse un tequila con todos sus hijos, ver reunidos por lo menos  una vez al año a todos sus nietos bajo el mismo techo, esa noche ella era feliz, como todos en ese momento lo eramos.

El odio y los reproches son el mejor escudo del dolor cuando muere la gente que amamos, al morir mi abuela esas celebraciones se acabaron, los hermanos se pelearon entre ellos y reproches que no tenían antes espacio encontraron un nicho en el corazón de cada uno de ellos, al morir mi abuela perdieron el motivo y la razón que los unía, así como también perdieron el interés por acercarse entre ellos, y brindarse por lo menos una noche del año.

Lejos del estres y el dolor, del consumismo y la hipocresía, creo que es importante que hagamos un examen de conciencia, que pensemos en lo que hemos mejorado a lo largo del año y que nos falta por mejorar, lejos de hacer propósitos me parece importante y más productivo hacer metas a corto plazo, no preocuparnos por saber como bajaremos los kilos que estamos subiendo estas fiestas, sino disfrutar de cada bocado como si fuese el último (total ya dijeron los mayas que el este teatrito se acaba el siguiente diciembre)

Hay que amar desinteresadamente, disfrutar el tiempo que compartimos con los que queremos, verdaderamente el mejor regalo que les podemos hacer es brindarles tiempo de calidad, hay que mimarnos a nosotros mismos, reconocer nuestros errores y corregirlos, el tratar ya está de más, hay que dejar a un lado la hipocresía y aprender a amar sin condicionar, el día que comprendamos eso entonces abremos entendido el verdadero significado de estas fechas, y no estaremos cual borregos celebrando por celebrar, comiendo y bebiendo por comer y beber, viviendo solo por solo vivir.




domingo, 18 de diciembre de 2011

Aproximaciones


Hay momentos en los que no me entiendo, momentos en los que me pierdo tan profundo dentro de mí mismo que no alcanzan a llegar las voces, los sonidos, los olores de la realidad, esa realidad que se va desdibujando poco a poco, rompiéndose en infinitos fragmentos que contienen realidades paralelas en las que puedo mirarte a los ojos, aquellas realidades que están más allá de cualquier lógica, sin ese tiempo que nos roba la vida, sin las lágrimas que corrompen nuestra existencia.

Las caricias ausentes duelen más que cualquier separación, duelen tanto como aquellas que no han podido darse, sentirse, olerse y respirarse. El brillo de tus ojos se me perdió una mañana en la que extravié la tranquilidad al regresar de tus brazos, esos brazos inmateriales que me buscan sin poderme encontrar, así como yo busco tu sonrisa detrás de las miradas que confundo con la tuya, pero ninguna de esas miradas poseen el brillo de tus ojos eternos que iluminan mis noches y opacan mis días, días en los que te espero, en los que te busco, en los que te anhelo.

Dicen que los amores de ocasión ayudan a olvidar a los amores verdaderos, o por lo menos aminoran el peso de la ausencia, la factura a pagar por este placebo emocional es un infinito abismo de vacío en el que la soledad expande sus dominios. ¿Como olvidar ese amor que aún no ha tenido su tiempo?  ese amor que ha estado latente más allá de toda comprensión, como olvidar los sueños compartidos que se han postulado para ser realidades duraderas, la vanidad del olvido no alcanza para tocar lo que no ha existido

Algún día tu camino y el mío se cruzarán, se enlazarán tan fuerte que ni la muerte podrá separarlos, la raíces serán tan profundas que llegarán hasta el mismo infierno, un infierno que tú y yo conocemos, que ha sido nuestro y de nadie más. La realidad será tan luminosa que disipará las tinieblas del desprecio y el egoísmo, cuando tu tiempo y el mío llegue, todo aquello por lo que hemos llorado tendrá su recompensa, cuando tu mano se entrelace con la mía, ni siquiera Dios y su desprecio podrán separarnos.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Ausencias

De todas las ausencias que he padecido en esta vida, la tuya es la más dolorosa, porque hay ausencias que el tiempo borra, que cura, que limpia, y sin embargo la tuya duele por triplicado, y no hay modo de borrarla o sanarla, es perenne por los siglos que pueda recordar.
Duele al momento de tu nacimiento, porque pensé que la ley de vida sería justa con nosotros y yo partiría antes que tú, porque verte crecer fué y es una memoria que el dolor nunca me podrá arrebatar. Duele cuando se supo que tu vida estaba en manos de un Dios apático y carente de humanidad, que por mucho implorarle hace oídos sordos a peticiones desesperadas, y no bastaron todos los rezos ni todas las veladoras para erradicar el mal que te poseía, la suerte estaba echada y no había manera de sobornarla para que nos regalara un As.
Duele aún más al momento de tu partida, porque en esos momentos nada es comprensible, todo se ralentiza, el mundo estalla en su totalidad, se resquebrajan muchas vidas al terminar la tuya, el odio instaura su régimen de dolor en el corazón sin permitirle siquiera bombear su pena, el llanto anega el alma y esta se ahoga en los porqués, buscando respuestas que nunca llegarán, las suplicas se vuelven reclamos, los sueños se pierden, los recuerdos no materializados pierden su tiempo, porque ya no tendrán ese tiempo natural que les pertenecía, porque el orden de las cosas se altera, porque ya no habrá una vida que contar, que compartir, que vivir, porque tu vida ha terminado, y con ella parte de la mía también ha muerto.
Ahora la única esperanza que sobrevive consiste en  encaminar mis pasos hacia tu encuentro, en ese tiempo sin tiempo, en ese lugar que no le pertenece a nadie pero que es del dominio público, en ese espacio en el que nadie ha estado y que sin embargo esperamos que estén todos, y es entonces cuando podré escuchar de nuevo tu sonrisa, y construir nuevos recuerdos, en ese lugar lejano al dolor, lejos de la tristeza, ahí donde las memorias no duelen, ahí donde eres libre, ahí donde esperas.