sábado, 7 de mayo de 2011

Invocando en sueños

A veces creo que ya no tengo nada mas que decir, es como si en mi boca hubiese habido un feroz incendio y todas las palabras se hubieran calcinado en el, sobreviviendo solo aquellas que reflejan la tristeza que vive en el alma, esa tristeza añeja y necia que se niega a marcharse, que alimento con retazos de sueños que se desvanecen al rayar el alba.

Y así inicio un día mas, esperando tu regreso de ese mundo de sueños, despierto con la esperanza de que al fin dejes de ser la cautiva de Morfeo, rogándole a tus dioses y a mis demonios que nos reunan en este andar cotidiano de seres insomnes.

Y solo espero reconocer tu mirada y tus palabras, que tus pasos me busquen así como yo busco los tuyos, que la soledad no se disfrace con tu sonrisa ni se impregne de tu fragancia, para que no me venda los sueños que no me pertenecen, para que no me arropen unos brazos que no sean los tuyos.

Aún así sin encontrarte se que vendrás sin el cobijo clandestino de la noche, si esas máscaras de desvelos con las que tanto te gusta jugar, con el deseo de vivir esa vida que nos han arrebatado, de protagonizar esa historia ya escrita mas no representada, te esperaré con la sonrisa cansada, con el alma encadenada mas no derrotada, sin reparo en el tiempo transcurrido, sin reproches por esta larga espera.

Te esperaré, te espero.


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